Historia del Muro De Berlin: Sus Consecuencias

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A la mañana siguiente, del día lunes 13 de agosto de 1961, los habitantes de ambos lados de Alemania, quedaron sorprendidos al descubrir que la Alemania del Este (RDA), había sellado la frontera del sector soviético en Berlín, colocando una alambrada provisional de 155 kilómetros que dividía físicamente a Alemania en dos partes. Cualquier vínculo que había entre las dos Alemanias fue suprimido. Surgió el caos entre los medios de transporte quienes se vieron interrumpidos en su marcha y finalmente ninguno pudo cruzar de una Alemania a la otra.

Durante los días siguientes, se empezó la construcción de un muro de ladrillos, o “Muro Protector Antifascista” (“Antifaschistische Schutzmauer”), como lo llamaban los comunistas de la República Democrática Alemana (RDA). Contrario a “Muro de la Vergüenza” (“Schandmauer”), como era llamado por los medios de comunicación y por parte de la opinión pública occidental.

En realidad, su construcción era solo para evitar que su propia gente escapara de la dictadura comunista que éste sufría, hacia la verdadera democracia que vivían sus vecinos de Occidente. Durante la construcción del muro las personas cuyas casas estaban cerca o en línea con éste, fueron desalojadas. De esta manera, caía sobre Alemania una “CORTINA DE HIERRO” (“EISERNER VORHANG”). Frontera política, física e ideológica entre los dos Estados Europeos. Este muro sería el símbolo de “LA GUERRA FRÍA” (1945-1990).

El viernes17 de agosto de 1962, estaba por comenzar lo que sería el inicio de una verdadera pesadilla, que por décadas padecerían los habitantes de la Alemania dividida. En la tarde de ese viernes 17 de agosto, poco más de un año después de haberse levantado el Muro de Berlín, Peter Fechter un joven obrero de la construcción, de tan solo 18 años de edad, se convirtió en la primera víctima del muro. Al intentar escapar de la República Democrática Alemana (RDA) con su amigo Helmut Hulbeik, (quien si escapó), guardias fronterizos comunistas de la Policía Fronteriza Alemana (Deutsche Grenzpolizei) de Alemania Oriental (RDA) le dispararon. El joven cayó en lo que después se conocería como “la zona de la muerte” de la República Democrática Alemana (RDA) y estuvo allí por casi una hora pidiendo a gritos socorro, pero al no recibir ayuda médica de ninguna de las partes, murió desangrado.

El miércoles 26 de junio de 1963 con motivo de cumplirse el 15 aniversario del Bloqueo de Berlín y a casi 2 años de haberse levantado el Muro de Berlín, el Presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy viajó a un Berlín ya dividido, angustiado y desanimado y que aun así le dio la Bienvenida a este presidente carismático y célebre por discursos anteriores. (De hecho, el discurso a pronunciar en Berlín, pasaría a la historia como uno de los mejores escritos del Presidente John F. Kennedy).

El discurso que pronunció ante 120.000 berlineses, desde lo alto del balcón del Ayuntamiento en el edificio del ‘Rathaus Schöneberg’, no los defraudó, dejó claro que su mensaje era que el pueblo berlinés no estaba solo, “soy un berlinés”, “para eso estoy aquí”, “soy uno de ustedes”, “no están solos, yo los acompaño”, “tenemos un sueño común”, “su destino es el nuestro, juntos ganaremos”.

De ese discurso la frase yo también “soy un berlinés”, (“Ich bin ein Berliner”), pronunciado así, en alemán, tuvo una trascendencia especial. Fue una frase corta pero espléndida, llena de muchos significados. Ya que con ella supo identificar el estado de ánimo de los berlineses, establecer un vínculo emocional con ellos, canalizar sus ansias de libertad, alinearlos en los intereses americanos en la lucha por la libertad y por último atribuirle un sentido histórico a sus penurias y sufrimientos.

Y a los soviéticos les quedó claro el mensaje, que los Estados Unidos defendería a Berlín Occidental, que no los dejaría solos y que no caería en sus manos.

Sin embargo, pasaba el tiempo y Berlín continuaba dividida, y muchos seguían intentando escapar de la República Democrática Alemana (RDA) a través del Muro de Berlín. Como algunos tuvieron éxito. Las autoridades soviéticas, ordenaron ir ampliando el muro hasta límites inesperados para así ir aumentando su seguridad. Lo que lo convirtió en una enorme pared de concreto armado, que aumentaba su resistencia, con una altura de 3,50 metros, y además en la parte superior llevaba una especie de extensión redondeada para que nadie pudiera agarrarse a ella.

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