Munich: Recuerdo De Los Atentados En Las Olimpiadas Del 1972

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El nombre de la ciudad alemana de Múnich, Baviera, al sur de la Alemania Occidental siempre será recordada por la masacre ocurrida allí, durante los XX Juegos Olímpicos que se realizaron del 26 de agosto al 11 de septiembre de 1972.

Entre el 5 y el 6 de septiembre de 1972, 11 atletas miembros del Equipo Olímpico de Israel, que participaban de los Juegos Olímpicos de Múnich, fueron secuestrados y asesinados por un comando de 8 terroristas palestinos llamado Septiembre Negro, una facción de la Organización para Liberar a Palestina (OLP), liderada entonces por Yasser Arafat.

Múnich, una ciudad de la Alemania democrática y moderna, quería en 1972 presentar al mundo sus Juegos Olímpicos como una “fiesta de la paz”. 36 años habían pasado desde que los últimos Juegos Olímpicos de 1936 se hicieran en la Alemania Nazi de Hitler, nada debía recordar a los organizadores de esos Juegos Olímpicos.

Efectivamente los primeros 10 días de competencia, transcurrieron con normalidad, los juegos fueron alegres y coloridos. Al día siguiente de que el nadador norteamericano Mark Spitz ganara su séptima y última medalla de oro, se desencadenaron los hechos que conmocionarían al mundo.

Eran las 4:30 de la madrugada del 5 de septiembre, cuando ocho integrantes del grupo terrorista palestino “Septiembre Negro” irrumpió en la Villa Olímpica del equipo israelí tomando a once atletas israelíes de rehenes, quienes se encontraban durmiendo, y asesinando a dos de ellos durante las primeras horas del secuestro. A las 5 de la mañana, ya la policía alemana se encontraba en el sitio del secuestro, recibiendo las demandas de los secuestradores, quienes exigían:

  • La liberación de 234 presos palestinos en Israel.
  • La liberación de los terroristas alemanes Andreas Baader y Ulrike Meinhof.
  • La liberación del terrorista japonés Kozo Okamoto.

Así como un avión que los llevara hacia algún lugar seguro de Oriente Próximo. Imponiendo además un plazo de tres horas para satisfacer sus demandas, caso contrario ejecutarían a los rehenes. El equipo negociador alemán tendía a ceder ante sus demandas, pero Israel las rechazó terminantemente. Incluso la primera ministra de Israel, Golda Meir declaró: “Si cedemos, ningún israelí podrá sentirse seguro en ninguna parte del mundo”.

Tras doce horas de negociaciones frustradas, los terroristas se dieron cuenta que no iban a lograr sus peticiones, así que acordaron la salida de la Villa Olímpica y se dirigen a un aeropuerto militar en las afueras de la ciudad. Pidieron dos helicópteros para escapar, los cuales son concedidos.

A las 10:10 pm son transportados junto a sus rehenes a una base aérea cerca de Fürstenfeldbruck, donde aterrizan20 minutos después, en un aeropuerto a oscuras, donde los espera en la pista de despegue un avión Boeing 727 de Lufthansa. Luego de media hora de espera, dos terroristas bajan del helicóptero, con los pilotos como escudos humanos, para verificar el avión. Al ver que está vacío se dan cuenta que es una trampa e intentan regresar a los helicópteros, pero las luces del aeropuerto se encienden y comienza un tiroteo, en el intercambio de disparos caen abatidos dos terroristas y un policía que estaba en la torre de control del aeropuerto. Los pilotos de los helicópteros logran escapar.

Ya cerca de la media noche los terroristas restantes se dan cuenta que no tenían escapatoria y deciden luchar hasta el final. Uno de ellos saltó del primer helicóptero y lanzó una granada al interior de éste, donde se encontraban cuatro deportistas que permanecían atados, brazos en alto, al techo. Todos murieron en el acto. Otro terrorista que estaba en el segundo helicóptero, usó su ametralladora para acribillar a los cinco rehenes que estaban allí.

En el tiroteo final, la policía logró abatir a tres terroristas palestinos y capturó a los tres restantes.

Como resultado final de una acción que nunca debió suceder: El secuestro terminó en tragedia. La operación de rescate fue un dramático fracaso donde terminaron muertos 11 atletas israelíes, cinco terroristas y un policía.

Posteriormente, el jefe de la policía de Múnich, Manfred Schreiber, reconoció que sus hombres no estaban preparados para lo ocurrido.

El mundo entero reaccionó estremecido por la masacre, ya que se trataba de unos Juegos Olímpicos, la justa deportiva donde precisamente la esencia entre los pueblos es la paz y la fraternidad a través del deporte.

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