A veces menos significa mucho mas, el porque de esa oración puede variar en muchas ocasiones, todos tenemos diferentes opiniones pero muchas veces en lo mínimo encontramos mucho mas de lo que esperamos. Si llevamos esto a otro contexto, por ejemplo, cuando hablamos de las grandes ciudades, todos esperan vivir y caminar en las calles de las ciudades mas grandes del mundo, llenas de luces, edificios y mucha gente ocupándose de sus propias cosas, pero otros les gusta mas apartarse de eso, buscar la tranquilidad que solo pequeños pueblos muy pintorescos pueden brindar, en donde la simplicidad te hace reencontrarte contigo mismo y esa parte que quizás hayas perdido entre tanta superficialidad y cosas materiales.
Alemania tiene mucho de ambos lados que acabo de describir anteriormente, sus grandes ciudades tienen mucho que ofrecer, y en la diversidad se encuentran todo tipo de gustos, pero también tiene otra gran fortaleza que es lo que vamos a conocer en este segmento que espero presten atención.
Nos podemos trasladar desde la región conocida como Baviera hasta la gran Selva Negra o desde el Hamburgo a la región de Renania, estos son los reconocidos cuatro puntos cardinales de Alemania y en ellos se descubren incontables ciudades y pueblos de estilo que recuerda a los tiempos medievales y parecen haber sido diseñados por esos autores de antaño. Cuentan con paradas de carácter obligatorio en las rutas que recorren todo el país, anteriormente describimos la mas popular que era la reconocida ‘Ruta Romántica de Alemania’ pero apenas estamos entrando en un pequeño porcentaje de lo que nos espera.
Comenzamos con el maravilloso pueblo de Hamelín, este pueblo emula el sentido de deja-vu, un sentimiento o sensación de que ya hemos estado allí sin haberlo visitado nunca. Tal vez en nuestra infancia hemos escuchado la gran fábula del Flautista de Hamelin, ese personaje que se llevó a los niños de Hamelin, a todos los encanto con sus melodías como venganza por haber sido recompensado por el pueblo tras haberles librado de la epidemia de ratas.
La fábula no deja de ser solo un cuento infantil, pero ha hecho que la ciudad sea reconocida en todo el mundo. Esta ciudad que se sitúa en la parte central de Alemania, en la región de Baja Sajonia, y que tiene muchas atractivos más allá de las leyendas, solo falta curiosidad.
Otra gema escondida entre tanto foco entre las grandes ciudades es el pueblo de Bremen. Aunque no se encuentre en ningún top como las ciudades más visitadas del país, tiene mucha historia rica en detalles y lugares dignos de una visita. Con plena confianza no te faltarán cosas que hacer en Bremen y puedes empezar a perderte por el histórico barrio ‘Schnoor’ hasta conocer la historia de los músicos que habitan en Bremen.
Esta es una de las atracciones más recientes y frescas de la ciudad. Aunque es muy interesante por dentro, también merece la pena contemplar el edificio por fuera, lo mejor en ambos lados, en su interior alberga 250 exposiciones interactivas que te ayudarán a entender aspectos muy interesantes sobre la tierra y el cosmos… La entrada para adultos tiene un costo de 16 euros muy bien merecidos.
Los espacios verdes. En general, las ciudades alemanas poseen largos campos abiertos y suelen estar organizadas con bastantes jardines y Bremen no es ninguna excepción ni caso aparte. El Bürgerpark es el parque mas popular. Está relativamente cerca del centro histórico y tiene 202 hectáreas de terreno donde disfrutar y desconectar. Si quieres tomar un respiro de un día explorando y visitando todo lo que ves o pica tu curiosidad, este es el lugar ideal.
Con esto terminamos el primero de tal vez muchos segmentos de esas pequeñas ciudades que terminan dejando una sensación gigante de gratitud dentro de nosotros, normalmente vemos hacia el horizonte buscando la llave de la felicidad y pensamos en cosas materiales y grandes que pueden llenar ese vacío, pero lo que no sabemos es que lo mejor esta dentro de nosotros, lo mas pequeño a veces, menos significa mucho mas.