Nos atrae lo multicultural; la variedad nos llama, atrayéndonos como un jugoso azuelo. Desde el momento en que ponemos un pie fuera del avión, el viento que emana desde Berlín nos arropa con brío;nos incita a ver, conocer, y en el mejor de los casos, a quedarnos entre sus calles, avenidas y veredas.
¿Qué tiene de especial Berlín? ¿Qué puede ofrecer a un trotamundos que busca deleitarse con las maravillas del occidente?
Berlín es una baraja de cartas; cartas que nos evocan un tumbo de emociones, de aquellas que nos cogen desprevenidos desde el estómago hasta la garganta; nos cautiva, nos hace reflexionar. Y vale para validar estas palabras el encontrarnos rodeados de monumentos, atisbos de un pasado que define las virtudes de esta tierra. Basta con alzar la vista y encontrarnos con la llamada Puerta de Brandemburgo, imponente efigie que idealiza el deseo de paz en tiempos revoltosos para Europa. El resonar de nuestros pasos al entrar a la Catedral de Berlín, en donde si tenemos suerte escucharíamos un recital de órgano con repertorio del músico más ejemplar que ha tenido Alemania y el mundo: el maestro Johann Sebastián Bach. No contentos con esto, la curiosidad nos puede llevar a subir hasta su cúpula, en donde tendríamos una vista que abarca desde los simbólicos fragmentos del Muro de Berlín hasta el Palacio de Charlottenburg, cuyas torres se elevan excelsas en su arquitectura barroca.
Si eres de aquellos que no les atrae la introspección arquitectónica, no hay problema. En sus suburbios hay actividades algo más cándidas y tranquilas, como lo es el comer. ¿Es tu estómago muy exigente? Hay para todos; recordemos que hablamos de una ciudad multicultural.
Las opciones son variopintas. Podemos encontrar la unión de platos que van desde los típicos en la localidad, hasta aquellos que se codean fuera de las fronteras de Alemania. Debajo de unos rieles de tren está Burgermeister, si se nos antoja una hamburguesa al mejor estilo americano y seguir nuestro camino fugaz hacia otros derroteros. Luego de unas cuantas aceras podrías parar a degustar algo oriundo en Scheers Schnitzel y clavarle el diente a un Wiener Schnitzel (filete empanado) mientras lees los mensajes de anteriores clientes escritos en la pared. Y como hablamos de multiculturalidad, la selección de sitios veganos no se queda atrás, destacando Koops o Samadhi; este último cerca de La Puerta de Brandemburgo; buena vista a la vanguardia para disfrutar de más de cien platos libres de carne. Si vienes del otro lado del mundo, desde Sudamérica, quizás añores un poco la casa, por lo que cenar en Sabor con Tradición puede que calmen dichos sentimientos con algunos pastelitos, quesadillas y medialunas.
La circunvalada metrópoli nos incita a considerarla como un próximo hogar. No sólo porque Alemania es una de las economías más estables en el mundo, con un nivel de producción y consumo que la hace sustentable a largos y cortos plazos de inversión si tienes planes de echar raíces y ser tu propio jefe; la decisión es tuya. Los trámites se cumplen en el tiempo estimado y en el perfecto orden, gestionando una reputación de primer mundo.
Existen cuatro grandes universidades en Berlín, entre las cuales está la Humbolt, acreedora de veintinueve Nobeles entre sus once facultades de ramas técnicas e investigación. Abonado a esto, nos encontramos con la Universidad de las Artes de Berlín, que tiene como foco los estudios de formación artística dentro de la danza, arquitectura y musical, a la vanguardia de la prestigiosa escuela alemana de pensamiento, que por los siglos ha definido el rumbo de dichas áreas.
Berlín no es un recóndito paraíso a la deriva del panorama europeo. Es una mescolanza de sensaciones, recuerdos y oportunidades abrumadoras, tanto para aquel que haga escala, sino para quienes estén en el camino de una nueva vida. Es sinónimo de desarrollo cultural, moral y artístico; la punta de lanza. Una visita podría cambiar tu percepción del eje mundial, ya que con cosas tan cotidianas como la comida, un paseo por el museo, o el deseo de aprender, nos deja satisfechos y cálidos por la enternecedora experiencia. En tiempos donde el caos prevalece, Berlín está allí de brazos abiertos a la mejoría, a la esperanza de un desarrollo fortuito para la sociedad. Berlín es, sin duda, la mejor inversión.